Los amistosos que jugó la selección nos dieron una pauta de lo que somos, para poder pensar y trabajar en lo que queremos ser. Es cierto que los rivales no tuvieron gran nivel, pero bastaron para la selección. Perú superó a los dos equipos, pero estuvo lejos de pasarlos por encima, y muy lejos de que sea baile. En pocas palabras ganó sin sobrarle nada o sobrándole muy poco.
La idea que tiene Markarián es clara. Quiere que su equipo presioné en campo rival, cosa que por momentos logró ante Cánada y que le fue imposible realizar ante Jamaica porque los caribeños fueron los que marcaron el ritmo del partido.
Queda claro que el técnico desea que su equipo sea fuerte por las bandas. En el primer choque colocó a Guizasola y Farfán por derecha para llegar hasta el fondo. Lo mismo intentó por el otro sector poniendo a Vílchez y Vargas, aunque los resultados no fueron los mismos porque el defensor de Alianza no tiene la técnica ni la velocidad que requiere la posición y fue de poca ayuda para el loco.
En el segundo choque Markarián probó con Zambrano y Rabanal por las bandas y los resultados fueron prácticamente los mismos, porque incluso el técnico tuvo que correr a Manco sobre izquierda (en Aurich juega por derecha) para que se entienda con Vargas.
Preocupa la falta de consistencia que tuvo la primera línea de volantes. En el primer partido Ballón y Ramírez la vieron pasar y si bien es cierto que después Torres y González le dieron cierto orden al medio, sufrieron mucho ante la potencia del medio sector Jamaiquino. Lo extraño es que de regreso el técnico afirmara que buscará jugar con dos volantes bajos en ese sector del campo.
Lo interesante es que la selección buscó ser un equipo ofensivo y que encontró los mejores pasajes de fútbol cuando Fárfan dejo la banda derecha para flotar entre los volantes y los delanteros. Arriba tenemos una larga lista de atacantes a la que tendríamos que sumar la presencia de Advíncula.
No hay que emocionarse, esto recién empieza y ha quedado demostrado que a Perú todo le cuesta el doble.
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